(En esta entrada --la última de tres-- cuyas versiones anteriores fueron presentadas como ponencias en ocasiones anteriores, Víctor M. Peralta Del Riego defiende su posición sobre la relación entre la tiranía, el contexto político mexicano, y la concepción sobre el lenguaje que tienen muchas personas, incluidas algunas que han estudiado filosofía. Aquí el VÍNCULO a la segunda entrada).

¿Qué rol tiene pues la enseñanza de la filosofía en todo este complicado escenario? Bueno, siguiendo en el tono ensayístico de esta charla diría que dado que en este momento el espacio académico más comprometido con el estudio del fenómeno semántico (lo que se quiere decir con las palabras que se usan) es lo que conocemos como filosofía del lenguaje.
Lo que es notablemente valioso y lo planteo desde mi experiencia que es comparativamente pequeña, es que quienes se dedican a la filosofía del lenguaje, llamémosla anglosajona, parten del supuesto de explicar cómo es posible --si es que lo es--, la ausencia de vaguedad, ambigüedad y divagación en el uso cotidiano o no de nuestros lenguajes naturales o técnicos. Es perfectamente claro entre la mayoría de estos académicos que se hace teoría académica mucho antes que ser el filósofo más poderoso, leído, citado o seguido. La filosofía pagada con el dinero de demócratas debiera mantenerse dentro de los linderos de que es diferente sostener que no existe algo así como el significado para un término cualquiera, que practicarlo. Por elocuencia; es diferente sostener académicamente que el término ‘delincuente’ es vago, ambiguo, arbitrario o cualquier otro fenómeno semántico que haga inadecuada su utilización normal, que de hecho defender a los ladrones y asesinos probados tales en tribunales; también es diferente sostener académicamente que el término ‘excelente’ es ambiguo, relativo cultural y socio-económicamente, a dar una calificación de excelencia a todos los estudiantes sin importar su desempeño.
Las caracterizaciones de lo que es la filosofía del lenguaje anglosajona se avecinan a las caracterizaciones de lo que de forma ambigua se conoce como filosofía analítica. Para dar evidencia de esta tesis, los remito al artículo de la Wikipedia en Inglés, “Analytic Philosophy”. En él se citan trabajos de filósofos e historiadores de la filosofía ampliamente reputados. Veamos:

Filosofía Analítica (algunas veces [analytical philosophy]) es un término genérico para un estilo de filosofía que vino a dominar los países de habla inglesa en el siglo XX. En los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, en los países escandinavos, Australia y Nueva Zelanda, una abrumadora mayoría de las universidades se identifican a sí mismas como facultades [de filosofía] “analíticas.” [Mi traducción (V.M.P.R.), visitado el 22 de Julio de 2010]
Por brevedad, en ese mismo artículo se ofrecen caracterizaciones de lo que podemos sin duda considerar un sello distintivo de la filosofía practicada en estas comunidades académicas. Una característica compartida es el rol central (que no absoluto, único y demás) de la lógica formal y las ciencias naturales, dentro de las cuales está la física. Estas observaciones la hace, por ejemplo, Avrum Stroll en su libro Twentieth-Century Analytic Philosophy (editorial Columbia University Press) del año 2000. Además, suscriben esta posición del ya citado artículo “Analytical Philosophy” también Colin McGinn, Hans Johan Glock, Bertrand Russell y probablemente encontraríamos más. ¿Qué quiere decir que incorporemos la lógica formal y a las ciencias naturales como fuente de la reflexión filosófica y también como fuente de herramientas para ejercer tales reflexiones? Bien, algo que caracteriza a las ciencias naturales y formales es precisamente su compromiso con el rigor semántico. Dicho de otro modo, con el intento (quizá no el éxito) consciente y relativamente exitoso, de deshacerse de ambigüedades y vaguedad, y del sometimiento de las posiciones sostenidas a la argumentación regimentada por la lógica formal e informal. Un efecto importante de esta forma de hacer filosofía es la susceptibilidad a ser completamente comprendida por gente de otras ramas de la investigación científica o incluso de gente sin alguna formación académica. Lograr un trabajo claro, no ambiguo, no vago, razonado, evaluable por cualquiera con paciencia y un mínimo de sentido común, es considerado como un éxito en la práctica de la filosofía del lenguaje anglosajona. Éste éxito es a veces suficiente, incluso aunque los argumentos avanzados en un trabajo así fallen a la luz de críticas.
En esta charla no sostengo que no leamos y discutamos a quienes mantienen actitudes de suspicacia frente al fenómeno de la completa determinación semántica del lenguaje cotidiano, de los lenguajes técnicos, académicos o teóricos además de sus posiciones académicas. Lo que digo es que a partir de estudiar el fenómeno de la comunicación precisa y relevante desde la literatura filosófica que diferencia a la práctica de la teoría académica, estaremos fomentando una cultura más democrática o para el caso, una cultura más apegada a los estándares de la democracia que tenemos hasta el momento y de los que ya hablé sólo de pasada. Así es que el profesionista de la filosofía, en especial, debe poder hablar con éxito comunicativo con todas las personas al respecto de sus investigaciones, intereses o problemas, para estar dentro del espíritu democrático (en el sentido en el que yo lo entiendo para este escrito, democracia liberal muy cercana a la democracia procedimental o electoral). El espíritu filosófico coherente con el espíritu democrático, es aquel que aunque defendiera la hermenéutica de Cantinflas, no la practica, o no la practica allí donde ello implique la violación de una norma jurídica democráticamente aceptada o no la practica si ello implica la permanencia o facilitación de una cultura de corrupción y abuso a los derechos y libertades (negativas) de los demás. Esto, por supuesto, grosso modo.
No sobra decir que no estoy defendiendo a la democracia, sino estableciendo una relación que al menos una buena parte de la comunidad política de México parece haber olvidado por completo. Esta relación es de racionalidad. Pareciera ser que la vida política mexicana, ciudadanos, políticos profesionales, académicos y sobre todo los filósofos mexicanos hemos perdido de vista el valor del diálogo franco, llano, directo y comprensible para los otros. Parece que en las discusiones al respecto de la ley de hidrocarburos y su estatus de constitucionalidad corremos el riesgo también de olvidar el peso que la ausencia de vaguedad, precisión y coherencia que debe tener a satisfacción de las partes por lo menos. Parece que corremos el riesgo de soslayar que el sentido común debe ser un norte importante en cualquier ámbito del desempeño social, y especialmente, en la política, y que la filosofía como un ejercicio intelectual poderoso y preocupado de estas cuestiones no se convierta en un militante más, cuando es espacio de debate.
Una observación más: Me refiero aquí al sentido común que facilita establecer con pulcritud las cláusulas de cualquier tipo de negociación y acuerdo, no el sentido común, por ejemplo, mexicano o chino. Un pueblo supersticioso bien puede tener un sentido común viciado.


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La Pluralidad de los Mundos es un proyecto de difusión de la filosofía. Somos un grupo de gente pensante que compartimos la creencia de que el conocimiento filosófico puede contribuir mucho a un sano desarrollo de la cultura pública, mientras que también sabemos que la filosofía no siempre es de fácil acceso. Creemos, en resumen, en la necesidad de difundir la filosofía. (Seguir leyendo»)

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Czesław Miłosz: "Exhortación"

Bello e invencible es el intelecto humano
ni rejas, ni alambre de púas, ni condenar los libros al despiece,
ni tampoco una sentencia de exilio pueden nada contra él.
Él establece en la palabra las ideas universales
y nos guía de la mano, escribimos entonces con mayúscula
Verdad y Justicia, y con minúscula, engaño y humillación,
él, por encima de lo que es, eleva lo que debiera ser,
enemigo de la desesperación, amigo de la esperanza.
Él no conoce judío ni negro, esclavo ni señor,
cediendo a nuestro gobierno el común patrimonio del mundo.
Él, de entre el impúdico estrépito de las palabras trituradas,
salva las frases austeras y dignas.
Él nos dice que todo es siempre nuevo bajo el sol,
y abre la mano yerta de lo que había sido.
Bella y muy joven es la Filosofía
y su aliada al servicio del Bien, la poesía
Apenas ayer la Naturaleza celebró su nacimiento,
lo anunciaron a los montes el unicornio y el eco.
Gloriosa será su alianza, ilimitado su tiempo.
Sus enemigos se condenaron a sí mismos a la destrucción.
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