(En esta entrada Carlos A. Romero C. continúa con la serie de posts sobre el problema filosófico del cambio. Aquí el VÍNCULO a la entrada anterior).

Vimos en el post anterior de esta serie qué pasa cuando nos preguntamos sobre los cambios que un objeto sufre en el tiempo, y qué pasa cuando pasamos partes de un objeto a otro. Pero en lugar de preguntarnos qué pasa cuando realizamos cambios físicos en objetos actuales, podemos preguntarnos qué pasa cuando esos mismos cambios podrían haberse dado. Es decir: en lugar de preguntar si la computadora con el teclado, el disco duro y la unidad distintos es la misma computadora que la que compré, preguntamos si yo podría realizar esos cambios y seguir teniendo esa misma computadora. En lugar de preguntarnos cuál (si es que alguna) de las dos computadoras –la que yo tengo ahora o la que tiene mi amigo con las piezas originales– es la misma computadora que compré, decimos que podría haber realizado esos intercambios, y entonces preguntar cuál sería mi computadora. Aquí surge una problemática filosófica muy amplia.

Esta problemática gira en torno a lo que suele ser conocido como modalidad de re (del latín res, “cosa”). La modalidad de re es simplemente la asunción de que muchas de las cosas pueden ser (o podrían haber sido) diferentes a como de hecho son. La problemática surge al intentar sistematizar este hecho (que existen diferencias posibles) en una teoría filosófica.[1]
Podemos notar cómo surge el problema de la modalidad de re haciéndonos una pregunta. Con el ejemplo de las obras arquitectónicas, la pregunta sería así: ¿Qué tantas partes podría (incluso si no las cambia de hecho) cambiar el Templo Mayor, antes de que fuera un edificio diferente? ¿Dónde está el punto tal que, a partir de él, hemos llegado a otro objeto?
De hecho, podemos extender la pregunta, hablando no sólo de partes, sino de propiedades. (Grosso modo, una propiedad es una característica de un objeto: la propiedad ser humano es una propiedad que yo tengo (pues yo soy un ser humano), así como la propiedad escribir filosofía.) Y hay filósofos que han argumentado que existen distintos tipos de propiedades: unas más “naturales”, unas más apegadas a la identidad del objeto, unas que son propiedades de otras propiedades, etcétera.
Así que podemos hacer dos tipos de preguntas: ¿Cuántas propiedades podría cambiar mi computadora antes de “desaparecer del mapa”, antes de que nosotros nos encontremos con otro objeto distinto? ¿Cuántas propiedades podría intercambiar mi computadora con otro objeto, y seguir siendo el mismo objeto? Y ¿Cuáles, o de qué tipo, podría cambiar y seguir siendo la misma computadora? ¿Cuáles, o de qué tipo, podría intercambiar y seguir siendo la misma computadora?
Llamemos al primer tipo de pregunta la pregunta cuantitativa; llamemos a la segunda pregunta la pregunta cualitativa. (En adelante, para abreviar, hablaremos sólo de cambio de propiedades, pero eso incluye al intercambio de propiedades.)
Hay varias respuestas posibles para ambos tipos de preguntas y, como en el caso del tiempo y las partes materiales, cada una de ellas puede fundamentarse filosóficamente. Al dar una respuesta, estaremos haciendo metafísica: haremos una investigación filosófica sobre los objetos del mundo. Nuestra investigación filosófica será una investigación de metafísica modal: al inquirir sobre las posibilidades de los objetos, inquirimos sobre los modos en los que ellos podrían ser o haber sido. Así pues, la metafísica modal es la rama de la filosofía que investiga sobre las posibilidades de los objetos –la modalidad de re.
Dijimos que había varias respuestas posibles. Y las tres respuestas posibles a la pregunta cuantitativa son las siguientes: (i) un objeto puede cambiar todas sus propiedades y seguir siendo el mismo; (ii) un objeto puede cambiar algunas pero no todas sus propiedades si es que ha de retener su identidad; (iii) un objeto no puede cambiar ninguna propiedad: el cambiar una sola implica que es otro objeto. Pronto veremos algunos ejemplos, mientras tanto revisemos las respuestas posibles a la pregunta cualitativa.
Las respuestas posibles a la pregunta cualitativa son dos: (a) hay un cierto tipo de propiedades, llamémoslas esenciales, tal que si un objeto pierde alguna de sus propiedades esenciales, entonces ya no tenemos al mismo objeto; (b) no hay ningún tipo de propiedades tales que, si un objeto pierde alguna (o incluso todas) de ellas, deja de ser el mismo. Daremos ejemplos de estas respuestas un poco más adelante.
Notemos que las respuestas (i)-(iii) y (a), (b), pueden combinarse. Es decir, podemos dar una teoría filosófica acerca del cambio modal de los objetos que combine una respuesta a la pregunta cuantitativa con una a la pregunta cualitativa. Y ahora, antes de ver cómo serían estas combinaciones, debemos notar otra cosa.
El reemplazo del hardware de una computadora por hardware más nuevo, la restauración de monumentos, son hechos de la vida cotidiana. Pasa todos los días que las cosas cambien, así como pasa todos los días que digamos enunciados del tipo: Si hubiera pasado que X, entonces... o Si este objeto fuera de tal o cual manera, entonces... o que preguntemos cosas como ¿Qué hubiera pasado si Y? Tenemos hechos de la vida cotidiana y creencias sobre estos hechos. Creemos, en la vida cotidiana, que una computadora podría tener una tecla diferente y seguir siendo la misma –y si creemos esto es porque creemos que es un hecho que una cosa puede o podría cambiar y permanecer ella misma. Pero no siempre tenemos una teoría bien estructurada sobre este tipo de hechos.
Los filósofos suelen llamar intuiciones a este tipo de creencias de la vida cotidiana sobre hechos que podemos investigar filosóficamente. Tenemos la intuición de que muchas cosas podrían cambiar y retener su identidad: tenemos la intuición sobre la posibilidad de esta misma computadora con una tecla diferente; tenemos la intuición de que es posible que el mismo Templo Mayor tenga un par de piedras menos. Lo que los filósofos suelen hacer con estas intuiciones es sistematizarlas, tratar de acomodarlas en una teoría que cubra muchos (si es posible, todos) los casos del mismo tipo. El proceso de sistematización de las intuiciones en una teoría es un proceso complejo, pero suele incluir –en mayor o menor medida– la construcción de modelos lógico-matemáticos en el marco de los cuales estructurar esta teoría.
Hace unos párrafos vimos que la investigación filosófica sobre los objetos y sus diferencias posibles es llamada metafísica modal (o metafísica de la modalidad). El marco lógico-matemático dentro del cual se suele trabajar al hacer metafísica modal es la lógica modal. Esta lógica es la sistematización del comportamiento formal de las nociones de posibilidad y necesidad.
El problema central de esta serie de posts es cómo, bajo la aplicación de la lógica modal, los filósofos intentan dar una respuesta satisfactoria a las dos preguntas que hemos venido persiguiendo, que nombramos las preguntas cuantitativa y cualitativa: ¿qué tanto puede un objeto cambiar? Y: ¿cuáles podrían ser las propiedades que cambien?
En el siguiente post revisaremos las combinaciones posibles de estas respuestas, y cómo dan lugar a varias teorías en la metafísica de la modalidad.

[1]Podríamos entender a la modalidad de re como un tipo de “cambio” que se da no en el tiempo –o, más bien, no exclusivamente en el tiempo–, sino en circunstancias posibles. (Claramente, el presente, pasado y futuro reales son circunstancias posibles --pues su existencia no es imposible--, pero no toda circunstancia posible es real: algunas son meramente posibles). Parece que el concepto de cambio implica –o al menos está muy relacionado– con el tiempo, y es justamente por este riesgo de confusión que evitaré hablar de “cambio”. Modalidad de re es un concepto más general, que incluye tanto a todo el tiempo real como a tiempos posibles pero que no son reales.

0 comentarios to "¿Qué tanto pueden cambiar los objetos?: 2. El problema del cambio posible, o modalidad de re"

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Czesław Miłosz: "Exhortación"

Bello e invencible es el intelecto humano
ni rejas, ni alambre de púas, ni condenar los libros al despiece,
ni tampoco una sentencia de exilio pueden nada contra él.
Él establece en la palabra las ideas universales
y nos guía de la mano, escribimos entonces con mayúscula
Verdad y Justicia, y con minúscula, engaño y humillación,
él, por encima de lo que es, eleva lo que debiera ser,
enemigo de la desesperación, amigo de la esperanza.
Él no conoce judío ni negro, esclavo ni señor,
cediendo a nuestro gobierno el común patrimonio del mundo.
Él, de entre el impúdico estrépito de las palabras trituradas,
salva las frases austeras y dignas.
Él nos dice que todo es siempre nuevo bajo el sol,
y abre la mano yerta de lo que había sido.
Bella y muy joven es la Filosofía
y su aliada al servicio del Bien, la poesía
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lo anunciaron a los montes el unicornio y el eco.
Gloriosa será su alianza, ilimitado su tiempo.
Sus enemigos se condenaron a sí mismos a la destrucción.
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